INTERNACIONALES
29 de diciembre de 2024
El otro “método Bukele: la cárcel sin pandilleros, trabajo por conmutación de pena e inversiones que regresan
Una recorrida por el país Centroamericano. El mandatario salvadoreño es cuestionado por organizaciones de derechos humanos. “Con los pandilleros presos, ahora somos libres”, dicen los ciudadanos entrevistados. La apuesta por el turismo y el regreso de capitales. Los presos comunes construyen escuelas y rutas
El Salvador es un país en construcción. Su presidente, Nayib Bukele inició su primer mandato el 1 de junio de 2019, con una tasa de homicidios de 105 homicidios cada cien mil habitantes y cierra el 2024 con una tasa de 1,8 homicidios cada cien mil habitantes. Para lograrlo impuso, hace mil días, el Estado de Excepción, una herramienta constitucional que le permite suprimir garantías, como las detenciones sin orden judicial. Organismo internacionales de derechos humanos han denunciado este hecho.
El mandatario arrasó en las elecciones presidenciales de febrero pasado. Fue reelecto con el 84,65% de los votos válidos. Su partido, Nuevas Ideas, también obtuvo la mayoría legislativa. Fueron comicios libres y transparentes. Hoy su popularidad es del 92%.
Este cronista, enviado a El Salvador por Canal 26 y que describe sus vivencia en Infobae, pudo corroborar lo que marcan las consultoras internacionales que observan con detenimiento el “fenómeno Bukele” que ha sido, y lo es, tema de análisis.Los estudios de humor social y político realizados desde hace más de cuatro años por el Centro de Estudios Ciudadanos de la Universidad Francisco Gavidia de España reflejan lo que se vive en El Salvador: la oposición política pasa por un pésimo momento y Nayib Bukele goza de un enorme apoyo.
Por el momento, los salvadoreños, priorizan la seguridad conseguida a una economía que aún no despega. De todos modos, esa conquista abrió inversiones de China, Estados Unidos y de los propios locales que se vieron forzados a migrar y ahora regresan.
Los ciudadanos critican a los diputados de los dos partidos tradicionales, que durante tres décadas controlaron el país más pequeño de Centroamérica: el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
Bukele, a través de su manera frontal de comunicar e imponer sus políticas contra las maras, como la MS 13 y Barrio 18, lo convirtieron casi, en objeto de culto. Su imagen está impresa en remeras, vasitos de ron, y muñecos.
La mayoría de la población salvadoreña ve con satisfacción los casi tres años del Régimen de Excepción a través del cual, entre otras cosas se militarizaron los barrios, y ha generado un estado de satisfacción en materia de seguridad ciudadana. Aspiran, además, a que los uniformados continúen en las calles.Resulta evidente que la estrategia de Bukele ha dado sus frutos. Las maras, las pandillas criminales que asolaron a la población del Triángulo Norte centroamericano durante las tres últimas décadas y que convirtieron a El Salvador en la nación con más homicidios per cápita del mundo, han sido desarticuladas en el país. Una transformación cuya importancia para los salvadoreños y para la región resulta imposible de sobreestimar.
Una vez que se trasponen esos muros de 11 metros y tres de alambrado electrificado de 12.000 voltios, los condenados ya no pisarán para nada el suelo exterior. Las miradas de los sicarios ya no infunden temor. Están quebrados.
Para los salvadoreños pasear a las nueve de la noche por el centro comercial, o el casco histórico era impensado. Ahora viven como todo un acontecimiento los árboles navideños iluminados, la orquesta sinfónica a cielo abierto. Escuchan música clásica en vez de metrallas. En una de las plazas centrales de San Salvador, frente a la inmensa y enorme biblioteca que se construyó con la colaboración del gobierno de China, instalaron una pista de patinaje sobre hielo. Antes de Bukele, la ciudad también estaba acorralada por la extorsión marera.
“Años atrás era muy peligrosa la situación”, me cuenta Raúl Aguirre un joven de 23 años que pasea por la plaza central. “A esta hora de las noche -las 20.15- daba desconfianza transitar por la plaza, pero desde hace tres años todo cambio”.
De esos testimonios el que más conmueve es el de Ofelia, una mujer en sillas de rueda que, entre lágrimas dice: “Antes ni se salía. Andar en la calle era un problema. Te mataban por nada. Ahorita con este Presidente puedo mirar, por primera vez este árbol de navidad. Y eso gracias a Dios, al Presidente que tenemos y a Dios por darnos a Bukele como presidente”.
Dialogar con las fuerzas vivas de El Salvador, entre ellos emprendedores, empresarios, pescadores que en el puerto debían pagar “la cuota” -extorsión- a los jefes pandilleros para trabajar, hace reflexionar sobre la opinión que desde el exterior se tiene sobre el “método Bukele” y el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT).
Pero, así como en el CECOT impera un régimen estricto en el que los ex jefes pandilleros y sus colaboradores no tienen intimidad ni para ir al baño, en el Centro Penal la Esperanza, ubicado en la localidad de Mariona, ocurre algo bien distinto.
Los que se especializan en construcción salen a diario junto a los trabajadores del Ministerio de Obras Púbicas para asfaltar carreteras. El tránsito en San Salvador suele ser caótico. Los cinco últimos gobiernos, dos de izquierda y tres de derecha invirtieron muy poco en infraestructura.
“Los privados de la libertad salen a construir escuelas para los niños, se los mantiene ocupados la mayor parte del día. Cuando no trabajan se capacitan. Cuando un preso está ocupado deja de pensar en delinquir”, explica René Martínez, el Coordinador Educativo del penal La Esperanza.
“Obligados a cometer delitos”
Kevin Carranza fue condenado a 12 años de prisión por “tráfico ilegal de drogas”. Está encarcelado desde hace tres años. El prontuario lo cuenta él mismo en el centro del módulo en que los detenidos trabajan en la “línea blanca”, casi en su totalidad electrodomésticos.
-¿Hay personas presas en este penal que tengan relación con los pandilleros?, le pregunte al director Montano.
“Ahora somos libres”
Eny Aguiñada, presidenta del Instituto Salvadoreño de Turismo confirma el atractivo comercial que representan las bellezas naturales del país que fue recuperado del pandillaje y las masacres diarias.
Libertad, la palabra que utilizó la funcionaria de Nayib Bukele, es también la más pronunciada por los salvadoreños que hasta la irrupción política del empresario de ascendencia árabe palestina vivían amenazados por los pandilleros que llevaban tatuados en sus cuerpos la simbología de la muerte.