OPINIÓN
2 de octubre de 2024
Los beneficios del sueño profundo: cuántas horas se necesitan y qué factores son esenciales
Entender cómo se desarrollan las diferentes fases ayuda a mejorar la calidad de vida. La clave está en los períodos de descanso que se repiten durante la noche
Por otro lado, la fase REM también tiene funciones específicas, como el procesamiento emocional. Durante esta etapa, en la que se tienen los sueños más complejos, el cerebro procesa y maneja las experiencias emocionales vividas durante el día. La evidencia muestra que la privación del sueño REM está relacionada con niveles más altos de ansiedad y que trastornos como el estrés postraumático pueden reducir la calidad de esta fase, dificultando la capacidad de procesar emociones y manejar el estrés.
Diversas variables pueden influir en la calidad del sueño, desde aspectos ambientales hasta condiciones físicas y emocionales. El entorno en el que se duerme juega un papel clave; factores como la temperatura de la habitación, la comodidad del colchón y almohadas y la ausencia de ruidos pueden mejorar la calidad del descanso. Las condiciones físicas, como la apnea del sueño o el dolor crónico, pueden alterar los patrones de sueño. Además, la salud mental y emocional, como el estrés y la ansiedad, son factores críticos que pueden provocar dificultades para conciliar el sueño o fragmentarlo.En términos generales, la mayoría de las personas necesita dormir de 7 a 8 horas por noche. Aproximadamente, se estima que el 25% de ese tiempo debería ser sueño profundo, y otro 25% sueño REM, según algunos investigadores. Sin embargo, esta necesidad puede variar con la edad y otros factores individuales. La reducción del sueño profundo con el paso del tiempo ha sido relacionada con un aumento del riesgo de demencia y otros problemas cognitivos.Aunque el sueño profundo es crucial, no es el único componente importante. Las fases iniciales del sueño no REM también cumplen funciones esenciales para la relajación, la Además, a lo largo de la vida, la cantidad de sueño profundo que necesitamos puede cambiar significativamente. Durante la infancia y la adolescencia se necesitan mayores periodos de descanso, mientras que a partir de los 20 o 30 años, la cantidad de sueño profundo disminuye gradualmente. Esto se debe a que, según Foster, con la edad se encuentran menos experiencias nuevas que procesar, lo que reduce la necesidad de consolidar tanta información.