INTERNACIONALES
25 de julio de 2025
La caída de la “abuela gánster”: una red familiar, lujos insólitos y la condena que sacudió al Reino Unido

Una mujer de 65 años lideró una organización criminal que usó a hijos y nietos para traficar cocaína. El caso reveló secretos familiares, ostentación y un juicio que marcó precedente
La participación de menores y el uso de los vínculos familiares como soporte del entramado sorprendieron a investigadores y al tribunal. La fiscal Charlotte Hole remarcó durante el juicio la naturaleza sistemática y familiar de la operación, subrayando cómo los lazos de parentesco reforzaron la estructura delictiva.
El estilo de vida de Deborah Mason y sus allegados reflejó las ganancias obtenidas por la actividad ilícita. Según el medio británico, destinó parte de los beneficios a viajes costosos a Dubái y Baréin, y a la adquisición de prendas y bolsos de diseñador. Uno de los elementos más llamativos del caso fue la compra de un collar y una correa Gucci, valuados en 516 dólares, para su gato bengalí Ghost, con una placa de oro de nueve quilates grabada.Pese a los ingresos del tráfico, Mason continuó percibiendo más de 64.500 dólares anuales en beneficios sociales. Planeaba utilizar 116.100 dólares en una cirugía plástica en Turquía antes de su detención. Durante los registros domiciliarios, la policía halló drogas ocultas en bolsos de diseñador y grandes sumas de dinero en efectivo.La policía también constató que Mason retenía parte de los pagos asignados a sus familiares y llegó a involucrar en la operación a su hijo Reggie Bright, quien sufría una adicción y una lesión cerebral causada por una sobredosis de cocaína.Durante la investigación, los agentes siguieron a Mason desde su vivienda en Tufnell Park hasta el puerto de Harwich, documentando la recogida, distribución y entrega de los cargamentos. Los registros permitieron incautar droga en bolsos de marca Chloé y grandes cantidades de billetes en efectivo. La detención de Mason ocurrió en su casa adosada de Islington, valuada en 1.935.000 dólares: la policía la encontró en bata de dormir y en silencio en el baño, opuesta a la imagen de lujo que solía proyectar.Se confiscaron celulares y dispositivos electrónicos con miles de mensajes incriminatorios. La revisión detallada de estas pruebas digitales demostró la implicación de todos los integrantes y un patrón de eliminación de mensajes, lo que evidenció la conciencia de culpabilidad en la red.El juicio, que se prolongó por 11 semanas en el Tribunal de la Corona de Woolwich, puso de manifiesto la sofisticación y el impacto social de la red liderada por Deborah Mason. El juez Philip Shorrock expresó que la acusada debía haber sido un ejemplo para sus hijos, en lugar de corromperlos. “Como madre, deberías haber sido un ejemplo para tus hijos, no corromperlos”, recriminó Shorrock, según Daily Mail.Por su parte, el fiscal Robert Hutchinson del Servicio de Fiscalía de la Corona (CPS) señaló: “Esta no era una familia común. En lugar de cuidar y proteger a los suyos, Deborah Mason los reclutó para crear una empresa criminal sumamente rentable que finalmente llevó a todos a prisión”. Hutchinson valoró la colaboración entre la policía y la fiscalía, así como el análisis de pruebas digitales para demostrar que los acusados tenían total conocimiento de la naturaleza de sus actos.
Las penas impuestas a los 10 miembros de la red familiar suman 106 años y seis meses de prisión. Deborah Mason recibió la condena más alta: 20 años de reclusión. Sus hijas Roseanne Mason (29) y Demi Bright (30) fueron sentenciadas a 11 años cada una; Lillie Bright (26), a 13 años; Reggie Bright (24), a 15 años, y su pareja Demi Kendall (31), a 13 años y medio. También fue condenada una amiga, Anita Slaughter (44), a 13 años, y la hermana mayor de Mason, Tina Golding (66), a 10 años.