Desde 2002, cada 12 de junio el mundo conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil con el objetivo de visibilizar una de las formas más graves de vulneración de derechos que afectan a las infancias y adolescencias.

En Argentina, el trabajo infantil es un delito y una forma de explotación que compromete el desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes. Las actividades que muchos de ellos realizan interfieren con su salud física y emocional, obstaculizan su trayectoria educativa, restringen el acceso al juego y reducen sus posibilidades de proyectar un futuro con autonomía.

Actualmente, la información más reciente y oficial sobre trabajo infantil en Argentina proviene de la Encuesta de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes (EANNA) realizada por el INDEC entre 2016 y 2017. Según esta encuesta, el 10% de los niños y niñas de entre 5 y 15 años participan en al menos una actividad productiva, cifra que se eleva al 20% en zonas rurales. Entre los adolescentes de 16 y 17 años, el porcentaje asciende al 31,9% a nivel nacional y al 43,5% en áreas rurales. Aunque estos datos ya tienen varios años, siguen siendo nuestra principal referencia. Y eso también es parte del problema: sin datos actualizados, no se pueden diseñar políticas públicas efectivas.

La pobreza es una de las raíces más profundas del trabajo infantil. Según UNICEF, más de 333 millones de niños y niñas en el mundo viven en condiciones de pobreza extrema, es decir con menos de U$D 2,15 por día, y casi 900 millones atraviesan situaciones de pobreza multidimensional: no tienen acceso adecuado a alimentación, educación, vivienda o salud.

En este contexto, millones de familias se ven obligadas a incorporar a sus hijos e hijas a actividades productivas como forma de supervivencia. Esta realidad vulnera sus derechos fundamentales y reproduce ciclos de exclusión, desigualdad y desprotección.

La lucha contra el trabajo infantil exige abordar de forma integral las condiciones de pobreza que lo sostienen y garantizar políticas públicas que aseguren el acceso a una vida digna para cada niño y cada niña en cualquier parte del mundo.

Aunque las crisis económicas agravan esta realidad, no podemos naturalizarla. Los Estados deben asumir un rol activo en la implementación de políticas públicas que prioricen a la niñez, garanticen el acceso a derechos y reviertan las condiciones estructurales que perpetúan esta problemática.

Desde Aldeas Infantiles SOS Argentina acompañamos a diario a niños, niñas y adolescentes que atraviesan situaciones de vulnerabilidad. Trabajamos para construir entornos donde puedan crecer seguros, contenidos y protegidos, sin verse forzados a asumir responsabilidades que no les corresponden.

Buscamos un compromiso sostenido del Estado y de toda la sociedad para poner fin al trabajo infantil y construir un futuro justo, libre y digno para cada infancia en nuestro país. Porque todos los niños y las niñas deben jugar, aprender, soñar y crecer en ejercicio pleno de sus derechos.