POLICIALES
25 de diciembre de 2024
El recuerdo del feroz incendio de la disco Kheyvis, once años antes de la tragedia de Cromañón: “La piel se nos derretía”
La trágica madrugada del lunes 20 de diciembre de 1993 alumnos de quinto año del colegio La Salle de Olivos celebraban el fin de curso, hasta que en minutos el fuego provocado de manera intencional convirtió todo en cenizas. Murieron asfixiados 17 jóvenes, entre ellos, uno de los dueños del lugar, mientras ayudaba en los rescates. En principio se detuvo a un adolescente como presunto autor, pero luego fue liberado
>“Sentíamos que la piel se nos derretía”, fue el comentario más repetido y escuchado aquella trágica madrugada del lunes 20 de diciembre de 1993 sobre la avenida del Libertador a la altura del 1965 en Olivos, partido de Vicente López, mientras la disco Kheyvis ardía y los jóvenes que se salvaron salían como podían, entre llantos, gritos, caos y muerte.
El primero que aparece allí es Nicolás Roberto Bonomi y la que escribe es su mamá: “Nació el 15 de abril de 1976, es decir que el día del incendio de Kheyvis tenía tan solo 17 años. En la desgraciada noche, Nico fue a bailar junto con su hermano Ezequiel y su primo hermano Maximiliano Tejedor. Cuando yo los fui a buscar, solo me pude reunir con Ezequiel quien se encontraba desesperado al no haber podido encontrar ni a Nico ni a Maxi en medio del caos. Nico estaba muy cerca de la puerta de salida, así que fue uno de los primeros en salir cuando estalló el incendio, pero cuando se dio cuenta de que adentro había todavía amigos suyos que corrían el riesgo de morir quemados, no dudó en volver a entrar, siempre acompañado de su inseparable primo Maximiliano, y así estuvieron entrando y saliendo durante cinco veces, hasta que la sexta vez ya no pudieron salir. Nicolás puede ser definido con pocas palabras: Alegría de vivir y servicio. Amaba los deportes y la vida. No fumaba, no tomaba y rescató a muchos chicos de la droga. Esta vocación de servicio lo llevó a salvar vidas esa noche. Ese fatídico día quedó atrapado su cuerpo en el fuego pero no su espíritu que libre sigue inspirando buenas obras. Gracias Nico!!! Te amamos”.
A Leandro Buganem sus padres lo recuerdan así: “Hace tiempo que te fuiste con el Tata y hasta el día de hoy no nos podemos acostumbrar a tu ausencia. Es algo muy difícil de explicar, y que aquel que no haya pasado por una situación igual, lo entienda fácilmente. Pero siempre te hemos sentido junto a nosotros, acompañándonos en todo momento y ayudándonos en nuestros proyectos. Dándonos la fuerza suficiente para seguir juntos, en la lucha emprendida por ustedes, esos 17 ángeles que están, seguramente, sentados a la diestra de nuestro señor. Recordar tu corta vida junto a nosotros es rememorar los mejores momentos vividos en la integridad de la familia que junto a tu adorada hermana conformamos. Es recordar los momentos vividos junto a lo que más nos gusta, la naturaleza, la remada a la isla pasando días maravillosos y sobre todo, haber sabido y podido disfrutar todos pero todos los pasos que realizaras siempre junto y pendiente a tu familia. Es recordar tus triunfos en lo que emprendieras, sea estudio, deporte o lo que quisieras. Es recordar al amigo, aquel que dejara marcado para siempre el apostolado de la amistad. Es recordar al hijo que tanto deseamos y nos costó tanto tener, igual que a tu hermana, y que en tu corto paso tanto te hemos podido valorar. Queremos decirte que tanto recordar nos lleva a tenerte presente en todo momento y adorarte por lo que fuiste, sos y serás para nosotros, cada vez más”.Ese grupo de padres llegó a conocer conclusiones dramáticas obtenidas del propio expediente judicial luego de batallar en la justicia con una investigación cuya causa penal terminó prescribiendo en 2006:
- Respecto a cómo se originó el incendio existe en la causa un testimonio determinante de un joven de apellido Acevedo, amigo de un alumno del Colegio La Salle, que se encontraban celebrando la fiesta de graduación la noche de la tragedia. Él fue quien ayudó para que en la comisaría de Roque Saénz Peña y Maipú se hiciera el identikit de los que a su juicio iniciaron el fuego. Y sostuvo ante los uniformados que cuando entró a los reservados observó a dos personas, una de las cuales prendió algo que no pudo precisar si se trataba de un cigarrillo, un petardo, o simplemente un encendedor, donde había sillones apilados de goma espuma y después salieron corriendo. De inmediato dio el alerta correspondiente en la barra del boliche, pero al parecer el matafuego no funcionaba o no estaba cargado y el empleado no pudo hacer demasiado. Eran pasadas las 2.30 horas de la madrugada y 15 minutos después todo se había convertido en cenizas.
Otro de los dueños de la disco era Osvaldo de Jesús que fue sentenciado a prisión pero en suspenso. Lo mismo ocurrió con la arquitecta Sandra Ponce de León, responsable de la edificación, y con Ofelia Molina, quien aprobó en dicha comuna el expediente de habilitación.
La irresponsabilidad de algunos hizo correr una versión que señaló al ex futbolista, hoy director técnico de fútbol Lucas Pusineri entre los vándalos que provocaron la catástrofe. Lucas concurrió a esa fiesta de fin de curso en Kheyvis porque era alumno del colegio La Salle, pero jamás participó de nada. Es más, perdió en el incendio a su gran amigo y compañero Pancho Gaeta. Otro colega que no pudo ir esa madrugada fue Hernán Crespo, también alumno de quinto año porque estaba en la concentración de River.Ya pasaron 31 años de la tragedia, pero el dolor para las familias de las víctimas se sigue sintiendo como el primer día. Como lo reflejaron siempre los padres de Francisco Gaeta: “Dejaste en nosotros, tus padres y hermanos, grandes improntas de amor correspondido y manifestado. Charlas, intercambios, juegos, caricias, vivencias, sinsabores y alegrías compartidas. Con emoción te vimos crecer interior y exteriormente. De pronto, el dolor, el inmenso e inacabable dolor de tu muerte, imposible siquiera de imaginar y menos aún, que fuese antes de nuestra propia muerte. Tengo impresos en mi corazón y en mi mente hermosas escenas vividas con vos, palabras guardadas en mis oídos, perfumes captados por mis sentidos y escritos en hojas de papel, poemas y narrativas a tu memoria; como aquella revista del Colegio La Salle Florida. Tu colegio. Es del año 1994 y tiene un editorial dedicado a vos, hijo mío, con tu foto y firmado por tus profesores de aquel 4· año B, Bachillerato Mercantil. Transcribo alguna de sus expresiones en tu homenaje. Te conocían muy bien. Te describen tal como ‘jovial, sincero, impetuoso, divertido, de buena onda, profundo de sentimientos y todo corazón, picardía en la mirada, salidas ocurrentes, andar desprejuiciado’. Nos llevamos tu alegría y tu fuerza. Así era Pancho. Descansa en paz, querido hijo. Te amamos. Nos reencontraremos cuando Dios lo disponga”.
En la página que les rinde homenaje se suceden el resto de los nombres de los jóvenes que perdieron la vida: Mariano Bravo, Rolando Broda, Darío Pablo García, Erica Gori, Hernán Grosso, Cristian Gutiérrez, Pablo Petralli, Juan Mantenga, Sebastián Simonini, Fernando Tablada, Maximiliano Tejedor, Rodolfo Unold, Nicolás Blanc... El recuerdo entre sus seres queridos siempre permanece presente. La justicia, ausente.