MUNDO
20 de noviembre de 2024
Insectos que comen plástico: el hallazgo en Kenia que puede revolucionar el reciclaje
Estas pequeñas criaturas, en su forma larvaria, tienen una habilidad única: pueden descomponer el poliestireno, uno de los plásticos más comunes y difíciles de degradar
En un gallinero cálido en El poliestireno, conocido por su resistencia y versatilidad, también es responsable de una fracción significativa de la contaminación plástica mundial. Las larvas, nativas de El secreto de la capacidad del gusano de la harina menor (Alphitobius diaperinus) para digerir poliestireno reside en su microbioma intestinal. Las larvas albergan bacterias especializadas que descomponen los complejos polímeros que forman este plástico en compuestos más simples, permitiendo a los insectos procesar el material sin daños a su organismo. Entre las bacterias identificadas en este proceso destacan los géneros Kluyvera, Lactococcus y Klebsiella, microorganismos que desempeñan un papel crucial en la transformación química del plástico.
Estas bacterias no solo convierten el poliestireno en moléculas más simples, sino que lo hacen sin generar subproductos tóxicos, lo que aumenta su viabilidad para aplicaciones futuras. Este descubrimiento abre la puerta a la posibilidad de utilizar las enzimas y microbios del sistema digestivo de las larvas en procesos industriales diseñados para manejar los residuos plásticos de manera más sostenible.
En lugar de liberar a las larvas del gusano de la harina menor (Alphitobius diaperinus) directamente en los vertederos, los científicos del ICIPE en Kenia plantean un enfoque más estratégico y controlado: aislar las bacterias y enzimas responsables de la degradación del plástico para utilizarlas en sistemas de reciclaje sostenibles. Esta decisión no solo responde a limitaciones prácticas, como la dificultad de mantener grandes poblaciones de insectos en ambientes contaminados, sino que también se alinea con el objetivo de maximizar la eficacia del proceso a escala industrial.
Según la científica Fathiya Khamis, coautora del estudio, hizo las siguientes declaraciones en un artículo publicado en la plataforma The Conversation: “Estudiando a estos ‘devoradores de plástico’ naturales, esperamos crear nuevas herramientas que ayuden a deshacerse de los residuos plásticos de forma más rápida y eficaz”. Este enfoque no solo aborda la problemática del reciclaje, sino que también reduce la dependencia de procesos mecánicos y químicos que requieren grandes cantidades de energía y emiten gases de efecto invernadero.
El descubrimiento realizado en Kenia sobre las larvas del gusano de la harina menor llega en un momento crítico para África, el segundo continente más afectado por la contaminación plástica en el mundo. Según estudios recientes, la acumulación de plásticos en ríos, costas y ciudades africanas ha alcanzado niveles alarmantes, debido al aumento en el consumo de plásticos de un solo uso y la limitada infraestructura de reciclaje en muchas regiones. Este problema no solo amenaza los ecosistemas locales, sino también la salud pública y las economías que dependen de sectores como el turismo y la pesca.
En este contexto, el hallazgo del Centro Internacional de Fisiología y Ecología de Insectos (ICIPE) representa una oportunidad innovadora para abordar la contaminación de una manera adaptada a las necesidades y realidades del continente. África no solo enfrenta el desafío de manejar sus propios residuos, sino también los que recibe de otros lugares del mundo, especialmente de países desarrollados que exportan sus plásticos no reciclables.
El hallazgo también subraya la importancia de invertir en ciencia e innovación en el continente. Iniciativas como esta demuestran que África no solo puede contribuir a resolver problemas ambientales globales, sino también liderar el camino hacia soluciones sostenibles y adaptables.
El estudio realizado por el ICIPE en Kenia no solo identificó la capacidad de las larvas del gusano de la harina menor para degradar el poliestireno, sino que también profundizó en las condiciones que optimizan este proceso. Para lograrlo, los investigadores diseñaron un experimento en el que las larvas fueron alimentadas con diferentes dietas: exclusivamente poliestireno, únicamente salvado de trigo y una combinación de ambos.
Otro aspecto clave del experimento fue el análisis de las comunidades bacterianas en el intestino de las larvas. Los investigadores identificaron los géneros bacterianos más activos en el proceso, como Kluyvera, Lactococcus y Klebsiella, cuyos metabolitos enzimáticos convierten los polímeros plásticos en compuestos más simples. Este descubrimiento fue crucial para entender el mecanismo subyacente y abre la puerta a posibles aplicaciones industriales.
El diseño experimental también descartó la liberación masiva de larvas como una solución práctica, debido a los riesgos ambientales y logísticos. En su lugar, el enfoque se centró en el aislamiento y la producción de enzimas bacterianas en entornos controlados, como fábricas o plantas de tratamiento de residuos, optimizando así la degradación del plástico a gran escala.El descubrimiento de las larvas del gusano de la harina menor y su capacidad para degradar plástico ofrece oportunidades significativas para transformar la manera en que se gestionan los residuos plásticos en el mundo. Los científicos del ICIPE han planteado un enfoque que va más allá del uso directo de los insectos, centrando su atención en las enzimas y bacterias intestinales que hacen posible este proceso. Estas herramientas biológicas tienen el potencial de integrarse en sistemas industriales diseñados para abordar la contaminación plástica de manera eficiente y sostenible.
Las enzimas identificadas en el microbioma de las larvas pueden cultivarse y producirse a gran escala en laboratorios y fábricas. Estas instalaciones podrían tratar grandes volúmenes de residuos plásticos, convirtiéndolos en compuestos reutilizables o más fáciles de eliminar. Este enfoque evitaría la liberación masiva de insectos en el medio ambiente, mitigando riesgos ecológicos asociados.
Las enzimas podrían integrarse en procesos industriales actuales, como plantas de reciclaje químico, complementando métodos mecánicos y reduciendo la dependencia de tecnologías costosas y contaminantes. Además, su naturaleza biológica ofrece la ventaja de ser menos dañina para el medio ambiente en comparación con métodos que requieren altas temperaturas o productos químicos agresivos.
Aunque el potencial de estas aplicaciones es prometedor, también enfrenta desafíos significativos. Uno de ellos es la necesidad de optimizar la producción de enzimas a gran escala, garantizando su viabilidad económica. Asimismo, los científicos deben estudiar los posibles subproductos de la degradación del plástico para asegurar que no sean dañinos para el medio ambiente o la salud humana.
A pesar de estos desafíos, el uso de herramientas biológicas como las enzimas derivadas de las larvas representa un cambio paradigmático en la lucha contra la contaminación plástica. Si se desarrollan y aplican de manera adecuada, estas innovaciones podrían reducir significativamente el impacto ambiental del plástico, ofreciendo un camino hacia un futuro más limpio y sostenible.