GENTE
9 de abril de 2024
El argentino que quiere visitar todos los países del mundo: cómo se financia y el día que estuvo secuestrado
Nicolás Pasquali tiene 32 años y lleva 8 de travesía. Su viaje arrancó en América del Sur y luego pasó por África. Por ahora, conoció 177 territorios de los 196 a los que planea llegar. Hasta ahora sólo 325 personas lograron la hazaña
Es argentino, llegó a Guinea para conocer sus playas paradisíacas y quedó atrapado 11 días en una isla conviviendo con una tribu
Nicolás Pasquali tiene 32 años, nació en el barrio porteño de Belgrano y desde muy chico se le despertó la curiosidad de conocer el mundo. Si bien al principio lo hizo en compañía de sus padres, y luego junto a su novia y amigos; ahora se encuentra viajando solo por Bangladesh y busca convertirse en el primer argentino en visitar todos los países del globo terráqueo. Por ahora, conoció 177. Y para completar su travesía solo le quedan 19 del continente asiático.
“Hay una discusión eterna sobre cuántos países hay en el mundo. Para la ONU, son 193 países. Y a esos hay que sumarle dos más que son observadores por ellos mismos: Palestina y el Vaticano. Pero yo decidí agregar a Taiwán porque también es reconocido por 101 países miembro de la ONU”, aclaró el joven sobre su objetivo de hacer 196 países.
Al momento de organizar el cronograma del viaje, Nico se puso a investigar en Internet y descubrió que solo 325 personas lo habían logrado, la mitad de las cuales ya están muertas. “Entre ellos no hay ningún argentino así que de conseguirlo sería el primero en tener esa hazaña”, se entusiasmó. Para eso, se puso en contacto con una comunidad internacional compuesta por unos 100 viajeros que actualmente están buscando esa misma marca.
“Vale aclarar que muchos de ellos solo visitan las capitales. Es decir, van a Francia y recorren solo París. En cambio yo me propuse ahondar en la cultura de cada lugar y conocer a su gente”, remarcó al hacer hincapié de que en Bangladesh se encuentra desde hace dos semanas. “Si hubiese querido, recorría el mundo en dos años pero mi idea es ir lo más al fondo posible. De eso se trata mi viaje”, indicó.
Sus primeros destinos fueron por la región, durante su adolescencia. Jugaba al tenis y había sido convocado para participar de torneos internacionales. Cuando cumplió la mayoría de edad, ingresó a la universidad para estudiar Administración de Empresas y consiguió trabajo en un banco. Eso le permitió ahorrar y terminar de recorrer Sudamérica en apenas 3 meses.
A los 19 años, cuando aún no conocía ni Estados Unidos ni Europa, se propuso arrancar por los países más baratos porque su capital sólo daba para eso. “Empecé por África, que además es el continente más complicado. Era joven y tenía la energía para hacerlo. Pensé que si sobrevivía a eso, lo otro me iba a resultar más fácil. Pero fue un gran error porque no tenía la experiencia ni los contactos de ahora. Con el diario del lunes, veo todo más fácil: tendría que haber sido el último continente”, admitió sobre los inconvenientes que tuvo que sortear.
Una vuelta al mundo que arrancó mal, secuestrado por terroristas
“Comencé por Marruecos y me secuestraron en Mauritania, el segundo país africano que visité. Fue demasiado fuerte”, recordó sobre el terrorífico episodio que vivió en abril del 2019.
“Estaba en un hostel de Marruecos y quería ir a Mauritania. Para llegar, hay que atravesar un territorio que se llama Sahara Occidental y que actualmente está en disputa. Es la ruta que antes hacía el Rally Dakar y que hoy muy poca gente transita por temor a ataques terroristas”, señaló.
Convenció a un “trotamundos” francés que lo acompañara y alquilaron una camioneta 4x4 con chofer para zambullirse en el desierto. En el trayecto, se encontraron con dos hombres haciendo dedo y decidieron llevarlos. “El camino no tenía señalización y no había señal de celular. Cada tanto nos encontrábamos con algún puestito de comida de muy precario y una estación de servicio”, describió.
Una vez que pasaron la zona en conflicto e ingresaron a Mauritania se dieron cuenta que la verdadera amenaza estaba dentro del vehículo. “Hablaban árabe y vi que uno de ellos tenía en su celular una foto con la bandera de un grupo terrorista que prefiero no nombrar”, señaló.
Tres horas después, le dieron indicaciones al chofer de salirse de la ruta principal. “Hizo unos dos kilómetros off road, donde no había absolutamente nada ni pasaba nadie porque era una camino que estaba minado, hasta llegar a una choza donde nos tuvieron secuestrados tres días”, relató Nico. Les daban de comer, los dejaban salir solo para ir al baño y los obligaban a rezar con ellos.
Hasta el día de hoy, el joven no sabe cuál fue el propósito de los terroristas: si pedir rescate, reclutarlos para su ejército o matarlos. Finalmente, el calvario terminó cuando quisieron trasladarlos a otra choza y ellos se tiraron del auto en movimiento. “Salimos corriendo, paramos a un camión en la ruta y nos llevó hasta la ciudad. Pasamos la noche en un hotel de medio pelo y al otro día nos fuimos al aeropuerto a tomar el primer vuelo disponible. Ahí nos despedimos porque abordé uno hacia las Islas Canarias y el francés continuó por África”, enfatizó.
Al llegar a España, se replanteó lo de dar la vuelta al mundo y tras algunos meses de terapia se dio cuenta que tenía que retomar su objetivo. “Saqué pasaje hacia Sudáfrica y después comencé a subir. Pasé por Mozambique, Botsuana, Namibia, Zimbabue, Malaui y el resto de los países. También visité otros territorios por curiosidad como las islas Seychelles, Mauricio y Comoros”, recordó.
Atrapado 11 días en una isla inhóspita y paradisíaca
Luego de recorrer Senegal y Gambia, Nico llegó hasta Guinea Bissau en octubre de 2019, un país que era ex colonia de Portugal por lo que la mayoría de sus habitantes hablan en portugués. “Es importante aclarar que su territorio está compuesto por 84 islas, de las cuales 64 pertenecen al gobierno. Entonces, hay 20 islas de las cuales no tiene registros ni censo de la gente que vive ahí, y donde tampoco hay absolutamente nada, siquiera electricidad”, resaltó el joven quien llegó a este punto del mapa en busca de las playas más paradisíacas de África, tal como había leído en una guía turística de renombre internacional.
Se dirigió hasta el puerto y empezó a preguntar entre los pescadores cuánto le cobraban para cruzar a alguna de esas islas. “Hablé con cinco pero sólo uno me inspiró confianza. Me cobró 5 dólares para llevarme hasta Wake, que es una de los territorios bajo dominio del gobierno”, especificó.
Si bien el lugar era espectacular, distaba muchísimo de las fotos que había visto en esa guía. “No era paradisíaca. Estaba en la zona de las playas más maravillosas de África y necesitaba conocerlas. Era obvio que estaba en la playa equivocada”, pensó sin imaginar lo que le depararía el destino tres días después.
“Me acerqué al puerto y de casualidad volví a encontrarme con el mismo pescador que me había traído. Entonces le muestro las fotos de la guía que tenía en el celular y le digo: ‘Ponete las pilas y llevame a una que esté buena’. Me respondió: ‘Subite que te llevo’. Y así arrancó lo peor”, anticipó de lo que sería una verdadera pesadilla.
Luego de navegar durante 6 horas en una precaria embarcación llegaron a esa playa soñada. Solo se escuchaba el sonido del mar, no había gente ni tampoco señal de celular. Era una isla virgen donde apenas vivían 14 integrantes de una tribu.
“Cuando caí en la realidad de que si me pasaba algo nadie se iba a enterar entré en pánico y le pedí al pescador que me llevara otra vez a la isla de Wake. El problema era que ya estaba cayendo el sol y su embarcación no estaba preparada para andar de noche. Me dijo que pasara la noche ahí y que al día siguiente me pasaba a buscar”, relató. Pero eso nunca sucedió.
Armó su carpa sobre la playa, debajo de una palmera y cerca de la tribu que gentilmente le dio de cenar. “Cuando amaneció y vi que eran las 8 de la mañana y el pescador no venía, me puse a llorar. Había zafado del secuestro en Mauritania y ahora me encontraba atrapado en una isla, que era apenas un punto en el mapa porque ni nombre tiene. Estaba a punto de volverme loco”, reflexionó.
A pesar que los integrantes de la tribu lo “trataron increíble”, una de las preguntas que le hizo el cacique lo hizo estremecer. “La última vez que llegó alguien a esta isla fue hace ocho años para hacer un estudio de suelo. ¿Vos a que viniste?”, lo indagó. “Ahí me sentí un pelotudo porque yo sólo había ido a conocer una playa paradisíaca”, recordó.
Contra su voluntad, la estadía se prolongó durante 11 días. Nico se entretenía jugando con los niños, aprendiendo a carnear chanchos y registrando algunas vivencias con su cámara de fotos. “En un momento veo que pasa la lancha de otro pescador y le hice señas para que se acercara a la orilla. Él fue quien me llevó otra vez a Wake”, contó sobre cómo pudo ponerle fin a esa aventura.
Preso en el Congo
Los contratiempos por el continente africano continuaron por la República Democrática del Congo, donde cayó preso por negarse a pagar una coima de 300 euros para cruzar la frontera y discutir con la policía.
“Los africanos son muy corruptos y es habitual que te pidan plata para todo. Lo normal son 2 dólares pero esto ya era demasiado y más que yo tenía todos mis papeles en regla. Tramitar la visa para entrar al Congo me había costado USD 250″, recordó.
Como no lo dejaron ingresar, armó su carpa cerca del control fronterizo y esperó al próximo relevo policial para ver si le permitían entrar sin pagar. Tampoco pudo.
“Ante mi insistencia, me metieron en un patrullero y me llevaron a una cárcel del Congo. Lo bueno es que ya había ingresado al país, lo malo es que me tuvieron tres días preso hasta que me sacó un abogado”, señaló Nico, quien contó que se hizo tan amigo del abogado que lo terminó invitando a quedarse unos días en su casa y lo llevó a recorrer la ciudad para contrarrestar la terrible odisea que había vivido en ese lugar.
Viajar por el mundo sin trabajar y cumplir la meta en julio
En estos últimos 8 años de travesía, Nico alternó 9 meses de turismo y 3 meses en Argentina -durante el verano- para pasar tiempo con su familia y amigos.
A diferencia de otros viajeros, que van trabajando de lo que se presenta para afrontar sus gastos, él ideó un sistema financiero que le permite subsistir con el capital que tiene invertido en el Mercado de Valor de Buenos Aires (Merval).
“Armé un presupuesto coherente y calculé cuánta plata necesitaba para ponerla a trabajar y que me generara un X rendimiento mensual para vivir”, aclaró Nico, quien para llegar a ese monto inicial trabajó en un banco, dio clases de tenis los fines de semana, manejó Uber, vendió productos por internet, dictó clases particulares de finanzas y macroeconomía y fue profesor en la universidad. “El dinero que necesitaba lo junté cuando cumplí 24 años y ahora vivo de eso”, aseveró.
En estos últimos 8 años, el joven atravesó por situaciones inimaginables: “Me han pasado cosas impresionantes en un montón de lugares: algunas muy lindas y divertidas, otras muy feas y muy locas. He conocido presidentes y otras personas muy importantes. No es una vida normal así que este año decidí empezar a compartir mis vivencias con más énfasis, no solo en mis redes sociales”, resaltó.
Si todo resulta como tiene planeado, en el mes de julio terminará de recorrer los 19 países asiáticos que le restan. “El COVID me atrasó porque estuve un año y medio parado. Esperaba terminar de dar la vuelta al mundo a los 30 años. Pero no importa, ya falta poco y estoy tan solo a 90 días de mi meta”, concluyó esperanzado en convertirse en el primer argentino en lograrlo.