Colores, brillos, sabores, atuendos, religión, creencias, costumbres, aromas, alegría, tradición, música, ritmos, danzas, diversidad cultural. Todo esto resume a la comunidad boliviana que este domingo llegó, como todos los años, en forma masiva a Luján.

Durante la mañana, los devotos de la Virgen de Copacabana se reunieron en una demostración de fe inquebrantable, a pesar de las inclemencias del tiempo. A las 8 horas, con el izamiento de la bandera y un acto simbólico, dio inicio la jornada de celebración. Sin embargo, una llovizna molesta y por momentos persistente puso a prueba la resiliencia de los peregrinos.

El programa de actividades contempló un rezo del Santo Rosario, seguido por una emotiva misa en honor a la Virgen de Copacabana, oficiada por el Obispo Percy Lorenzo Galván Flores de Bolivia. La lluvia no detuvo la determinación de los fieles, quienes se congregaron en el lugar para participar en ese momento de la comunión espiritual.

La Procesión al Santuario de Nuestra Señora de Luján, un acto profundamente arraigado en la tradición, también se vio afectada por las condiciones climáticas. A pesar de las dificultades, los peregrinos acompañaron a la imagen de la Virgen en su recorrido.

Uno de los momentos más esperados fue el Desfile de Fraternidades llegadas desde distintos puntos, donde se volvieron a lucir con la danza del tinku y el paso chambergo, reflejando la diversidad y unidad de la comunidad.

Aunque la lluvia alteró los planes originales, entrada la tarde salió el sol. Los participantes y espectadores se mantuvieron resistentes y celebraron con alegría un día muy especial que llegó a su fin cerca de las 18.

La Subdirección de Prevención y Seguridad Vial del Municipio desplegó un plan de cortes y desvíos vehiculares para garantizar la seguridad de los peregrinos y visitantes.

En tanto, en el Parque Ameghino, se desplegó una importante feria de artesanías, productos típicos y gastronomía. Algunos probaron conocer el destino que le deparará con La Suerte del Quirquincho, otros adquirieron las tradicionales hojas de coca, vajillas y textiles.

También pudieron degustar las roscas de Punata Cochabamba, las salchipapas, la sopa de maní, el fricasé, las tripas, los anticuchos, los buñuelos, el famoso picante de pollo, la sopa de falso-chairito, el mondongo chuquisaqueño, el falso conejo, el charquecan, el chorizo tarateño, el fresco de mocochinche, el jugo de pepa y el helado de canela, entre otras delicias.

A pesar de los desafíos presentados por las condiciones meteorológicas, la peregrinación fue un testimonio de la devoción y el espíritu comunitario de los participantes.

La 67ª edición de la Peregrinación a la Virgen de Copacabana coincidió con el festejo por el 198º aniversario de la independencia del Estado Plurinacional de Bolivia y quedará marcada por la determinación de los fieles y su capacidad para superar las adversidades, fortaleciendo así los lazos de fe y unidad que caracterizan esta importante manifestación religiosa.