Martes 14 de Enero de 2025

Hoy es Martes 14 de Enero de 2025 y son las 20:52 -

COMUNIDAD

13 de enero de 2025

El asombroso río turquesa que une a dos provincias y está a 3.000 metros de altura: “Un tesoro escondido entre montañas”

Es el pequeño río Aguada del Cobre, ubicado en el departamento de Andalgalá, Catamarca. Su color, proveniente de la alta concentración de cobre que hay en la zona, encandila entre tanto paisaje árido

Es ideal para quienes buscan aventura y paisajes únicos. Hay un río con aguas color turquesa en una de las provincias del noroeste argentino, que cada vez atrae a más turistas fascinados por su belleza inusual.

 

El acceso al río turquesa es una travesía que combina vehículos 4x4 y trekking, lo que garantiza una experiencia inmersiva en los paisajes de esta región. La excursión, generalmente, comienza en Santa María o Andalgalá, dependiendo del punto de encuentro de los turistas.

“Desde esas localidades, se toma la ruta provincial 47 y luego un camino de ripio que atraviesa paisajes espectaculares como el Campo del Arenal, un desierto imponente conocido por su belleza y su relación con eventos como el Rally Dakar”, precisó a Infobae el guía David Florez, quien junto a su hermano Jorge y un grupo de 10 expertos, realiza excursiones por el lugar

 

“Y durante ese trayecto, que es de unos 150 km desde Santa María, se hace una parada en puntos históricos como El Ingenio, un antiguo sitio minero jesuita, donde se procesaban minerales como el oro. Ese lugar es ideal para conocer la historia minera de la región y disfrutar de vistas panorámicas”, especificó David, quien lleva más de 9 años realizando esa travesía a diario.

 

Un kilómetro antes de llegar, los vehículos se estacionan en una zona segura y desde allí comienza el trekking, que dura aproximadamente 20 minutos. “El sendero es una huella de vehículos antiguos, sobre un arroyo seco que conduce directamente al río. Este tramo es accesible para personas de todas las edades, sin mayores dificultades”, precisó

El sendero culmina en una sección donde el agua cristalina comienza a emerger. “La magia del lugar reside en cómo el agua turquesa contrasta con las rocas y la arena del entorno. Aquí, el río alcanza su máxima belleza, gracias al sulfato de cobre que tiñe sus aguas de un color vibrante”, detalló el guía catamarqueño.

 

Para David, el mejor período para disfrutar del río es de mayo a noviembre, cuando el clima es seco y las lluvias no afectan el acceso, algo que ocurre en los meses de verano. “Las lluvias suelen ser intensas en la región y pueden dificultar el tránsito y alterar la claridad del agua”, advirtió.

El río se encuentra a unos 3.000 metros sobre el nivel del mar, lo que implica una exposición importante al sol, ya que el paisaje está dominado por arena y vegetación de altura, como la paja brava. Por eso, se recomienda usar ropa cómoda de colores claros, protector solar y gorra debido a la intensa radiación.

 

Desde allí, la vista del valle del río deja a los turistas sin palabras: una estrecha franja azul serpentea entre formaciones rocosas amarronadas que parecen talladas por el tiempo. “Aunque el caudal del agua es, generalmente, escaso; las pozas cristalinas reflejan el cielo y las piedras en tonos ocres. Es un contraste brutal con el resto del paisaje”, comentó David.

La excursión también incluye una parada para almorzar y descansar en el Refugio Minero, un hotel erigido sobre una mina abandonada que se convirtió en un oasis turístico. “La historia del hotel es tan fascinante como el lugar mismo; es un ejemplo de cómo las adversidades pueden transformarse en oportunidades”, comentó David al contar la historia de su creador.

 

“A medida que la explotación minera avanzaba, Champa se dio cuenta de que la calidad de la piedra no era lo suficientemente alta para sostener la actividad comercial. En lugar de abandonar el lugar, decidió reinventarlo. Con esfuerzo y dedicación, construyó un hotel en medio de la nada, un refugio que ofreciera hospitalidad y conexión con el paisaje.

Hoy, además de brindar servicios de comida y alojamiento, es un espacio que preserva la historia minera de la zona. “En el refugio se encuentra un pequeño museo, donde los visitantes pueden explorar los restos de túneles y herramientas utilizados en la extracción de minerales. Una caminata corta lleva a una antigua mina de rodocrosita, donde los guías narramos cómo este valioso recurso fue extraído y procesado en tiempos pasados”, señaló David.

 

“Este río no es solo un paisaje, es una experiencia. Cada rincón de este lugar tiene una historia que merece ser contada, desde las huellas de la minería antigua hasta la imponente imagen que nos regala el color del agua. Es un privilegio para nosotros compartir este tesoro con los visitantes. Nuestro objetivo no es solo mostrarles un destino, sino también hacerlos parte de nuestra tierra, que aprendan a valorarla y a cuidarla como lo hacemos nosotros”, concluyó David.

 

 

 

COMPARTIR:

Comentarios