Sábado 7 de Diciembre de 2024

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OPINIÓN

27 de junio de 2024

Mónica Esgueva revela las claves para romper el ciclo de la ansiedad y dejar de perseguir “zanahorias” inalcanzables

En diálogo con La Fórmula Podcast, la coach internacional explicó cómo entrenar la mente para dirigir los pensamientos hacia nuestro propósito de vida, cuáles son las herramientas que nos permiten alcanzar el bienestar y por qué aprender a estar con uno mismo es el mayor reto

"Nuestro ego, nuestra mente, cree que sabe todo. Y esto es una gran arrogancia de los seres humanos, porque no sabemos nada"

¿Se puede alcanzar la felicidad? ¿Vivimos en la insatisfacción crónica como sociedad? ¿Podemos, en este mundo sobre informado, encontrar la calma y centrarnos en el presente?

En una entrevista exclusiva con La Fórmula Podcast, Mónica Esgueva reflexiona sobre los desafíos que enfrenta occidente en la búsqueda del bienestar, en un contexto de crecimiento constante de ansiedad y la falta de sentido. Además, analiza qué técnicas están disponibles para hacerlo. El episodio completo podés encontrarlo en Spotify y YouTube.

Esgueva es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid, con un Master en Comercio Exterior, así como en PNL y Coaching con PNL. Trabajó en la prestigiosa escuela de negocios Insead en Francia, especializándose en programas de Liderazgo para directivos internacionales con estudios de postgrado en Estrategia y Liderazgo. Es Coach Internacional certificada por John Grinder y se formó en Hipnosis Ericksoniana, Psicología y Neurociencias en instituciones como el MIT y el King’s College de Londres.

Con más de veinte años de experiencia en meditación y formación con maestros espirituales como el Dalai Lama y Eckhart Tolle, Mónica ha adaptado métodos de mindfulness occidentales, desarrollando el innovador método Beyond Mindfulness para empresas. Fue elegida una de las TOP 100 Mujeres Líderes en España en 2014 y es autora de cinco libros sobre felicidad y desarrollo personal.

Mónica
Mónica Esgueva, coach internacional y autora de cinco libros sobre felicidad, comparte en La Fórmula Podcast su método Beyond Mindfulness para empresas, diseñado para promover el bienestar y la eficiencia en el entorno laboral.

— ¿Cómo fue tu camino de transformación para alcanzar la paz interior?

— Básicamente, yo trabajaba para tener dinero y vivir bien, pero eso no me colmaba, no tenía ningún sentido ni propósito. Yo no sentía que estaba aquí sólo para hacer dinero y poder comprar más cosas, tener viajes y vivir en un buen barrio. Para mí era insuficiente, no tenía satisfacción, y lo que descubrí con los lamas es que en el fondo era algo que siempre había estado en mi corazón, simplemente que no le había podido poner ese nombre, estructura y que ellos me iban a poder ayudar de verdad en esta misión de poner el foco en ser la mejor versión de ti mismo, la más avanzada, subir toda la vibración de poder transformar tu mente, tu corazón y tu vida para que tu presencia en el mundo sea bondadosa y puedas emanar esa luz y paz que tanto necesita el mundo. Sabía que tenía que hacer un trabajo interno importante y quería dedicarme a ayudar a los demás y en el empleo que tenía, no sentía que estuviera construyendo un mundo mejor.

— ¿Qué diferencias encontraste entre la cultura tibetana y la occidental?

— Por desgracia, creo que todo se está unificando. La globalización significa que también se están llevando los malos hábitos de occidente a oriente, pero también tenemos algo positivo. La sabiduría que, por ejemplo, hay en oriente, específicamente en el Tíbet, en la India y en muchos otros países de oriente que llevan estudiando la mente, el corazón, el interior durante siglos; tienen un gran número de personas que se han dedicado a ello. Esa sabiduría significa que pueden realmente compartir muchas cosas, que ahora están dispuestos a compartirla y quizás antes no. Entonces, esos vasos comunicantes nos pueden ayudar muchísimo porque todo el tiempo y el foco que hemos empleado en hacer más dinero, en ser más productivos y adelantar la tecnología, ellos lo han dedicado mucho más que nosotros a: cómo crecer en paz interior, en compasión, en sabiduría. Ahora que hemos avanzado tanto con la tecnología y que también estamos viendo que se está volviendo en nuestra contra, tenemos que dar importancia a eso no le hemos dado como sociedad, como cultura.

"La gente se agota, está exhausta y es por todo el cansancio emocional, psicológico que te lleva el intentar siempre tener expectativas y deseos"

— En algunas de tus charlas decís: “Una mente que divaga, es una mente infeliz”. ¿Por qué ocurre esto?

— Es una frase a la que ha llegado una conclusión de un estudio que se hizo en Harvard con 2.250 personas, a las que les daban el móvil y tenían una aplicación que sonaba en momentos diferentes del día y les preguntaba: “¿Qué estás haciendo ahora y dónde está tu mente?”. Entonces, iban apuntando. Concluyeron que solamente en el 47% de nuestro tiempo nosotros no estamos concentrados, nuestra mente está divagando y cuando nuestra mente divaga somos infelices. Esto se debe a un sesgo negativo que tiene nuestro cerebro, porque la parte del cerebro límbico se desarrolló hace 200 mil años. En esa época, nuestros ancestros vivían en una situación muy complicada, a su alrededor había depredadores y estaba su vida en peligro, entonces necesitaban una especie de radar de los peligros y eso hizo que sirviera muy bien hacia lo negativo. El problema es que hoy tú sales de casa y no tienes un león que se te hecha a la yugular, y sin embargo esto sigue funcionando exactamente igual.

Este radar nos puede servir en un momento muy crítico en el que vas en la carretera y se te cruzó un coche, no te da tiempo a pensar y necesitas dar ese volantazo que te salva la vida, pero este sesgo negativo nos invade en nuestra contra casi todo el tiempo. Cuando nosotros no tenemos nada qué pensar, no estamos ocupados, enfocados en algo, la mente, si no está entrenada, se va hacia lo negativo: qué es lo que no va bien en mi vida, qué problemas tengo, qué problemas pueden aparecer, qué problema me invento. Si no hay problemas ahora, me imagino que pueden llegar y sino me acuerdo los problemas que tenía en el pasado. Si no trabajamos esa atención a dónde estamos y lo que estamos haciendo, eso negativo se va a meter en medio.

— ¿Cómo se logra dar vuelta esa ecuación?

— Partiendo de la base: conocerse mejor. Ese es un primer paso, ser conscientes que nuestro cerebro no está diseñado para la felicidad, está diseñado para la supervivencia física, biológica. ¿Qué quiere decir? Que si nosotros no nos entrenamos mentalmente vamos a ir hacia eso negativo, hacia ese sesgo que nos empuja. Hay que entrenar la mente, el corazón, e ir cambiando nuestra estructura emocional, darse cuenta a dónde van los pensamientos porque si les dejamos solos son como caballos salvajes.

"Este sesgo negativo va en nuestra contra casi todo el tiempo, porque cuando no tenemos nada en qué pensar, la mente, si no está entrenada, se dirige hacia lo negativo".

— ¿Cómo se entrena la mente? ¿Cuál es el primer paso?

— Lo primero es la meditación, que gracias a Dios casi todo el mundo ha oído hablar de ella y mucha gente la práctica. Hay que practicarla porque sino no somos capaces de mirar a nuestra mente. La mente nos lleva, como esos caballos salvajes que te llevan lejos, te pierden y cuando te quieres dar cuenta te has salido del camino. Lo primero que tengo que hacer es tener calma y darme cuenta de que yo soy la conciencia que piensa esos pensamientos. Es decir, soy el jinete por encima de esos caballos y los tengo que tranquilizar. ¿Y qué pasa? Que esta hiperconectividad, este exceso de información y de distracciones continuas, nos llevan a ansiedad y eso hace que haya mucho diálogo interno.

— ¿Tenés alguna herramienta que te permita volver a la calma cuando la ansiedad ataca?

— Respirar de manera consciente y desde el abdomen, porque cuando nosotros ponemos la atención ahí de manera consciente, eso nos para totalmente. Si no somos capaces de pararnos en nosotros mismos hay que salir del entorno en el que estamos: irnos a tomar un café, salir a dar un paseo, preferiblemente en un parque, un bosque o un campo. Es un momento para que distraigamos a nuestra mente, pero no con más información como se hace hoy en día, hay que aprender a estar con nosotros mismos.

El problema es que, como estamos consumiendo cantidades ingentes de información, no tenemos la capacidad de digerirla, de cuestionarla, de convertirla en conocimiento y muchísimo menos en sabiduría. Entonces, la cabeza está llena de información totalmente inútil, la mayoría de las veces negativa, que infunde miedo, que es catastrófica, que invita a la hostilidad, a la animadversión y no tenemos la capacidad de ver lo que nos está causando. Nos convertimos en esclavos de todo eso que ha entrado en nuestra cabeza con nuestro permiso, pero inconscientemente y todo eso empieza a hablar y es ruido, como una radio encendida a todo volumen. Tenemos que darnos cuenta de lo importante que es el silencio interno, sin ese silencio interno no podemos tener paz mental, ningún tipo de bienestar, y al final somos marionetas de todo eso que consumimos.

La
La sabiduría ancestral de oriente, especialmente del Tíbet e India, ha dedicado siglos al estudio de la mente y el corazón, conocimientos esenciales para el crecimiento en paz interior y compasión. (Imagen Ilustrativa Infobae)

— En tus charlas mencionás que somos una sociedad esclava de nuestros deseos, ¿qué significa?

— Que nunca es suficiente. Es como subirse a la cinta de correr en el gimnasio, que corres cada vez más rápido pero no vas a ningún sitio. Tal y cómo funciona nuestra mente, nunca llega a la satisfacción. Yo tengo un cliente que su padre es millonario y vive en Suiza, pero no está contento con todo lo que tiene y quiere irse a vivir a Gstaad, que es el patio de los billonarios. Yo he tratado a mucha gente, 15 años por lo menos ayudándolos a su transformación y a aliviar su sufrimiento y a poder vivir de otra manera. He tratado millonarios, líderes empresariales, y celebrities, y sufren exactamente lo mismo que los demás. Da igual lo que tengas, la fama que hayas conseguido o el poder, nunca es suficiente. Tienen la misma ansiedad latente, insatisfacción y el miedo a perder lo que tienen. Esa es la gran mentira de nuestra sociedad: creer que más de todo nos va a traer satisfacción, nos va a traer tranquilidad, serenidad, y que vamos a poder decir: “Ya me puedo relajar, puedo disfrutar y estar en paz”.

— ¿Por qué, como humanos, sentimos que estamos en una búsqueda constante de llenar ese vacío?

— Nos falta algo porque lo estamos buscando afuera. Lo de afuera no llena los vacíos internos y no hay nada de afuera que nos pueda calmar, que nos pueda quitar la ansiedad, el estrés, la insatisfacción, la falta de sentido. Nuestra sociedad es muy engañosa porque el marketing, la publicidad, las redes sociales, los influencer, todo de afuera nos dice: “Si consigues esto vas a esta bien”, “si puedes comprar esto y llegas a tener el dinero para esto, ya te relajas”, “si vas a esta isla…”. Pero tenemos que hacernos a la idea, porque esta es la realidad, que incluso cuando subes al Everest, unos días estás super contento y dices: “Lo conseguí”. Pero después te preguntas: “¿A qué otra montaña subo?”.

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Según Mónica Esgueva, la mente humana tiene un sesgo negativo que lleva a la insatisfacción y la ansiedad, un desafío que puede ser superado con técnicas de mindfulness y entrenamiento mental. (Imagen Ilustrativa Infobae)

— ¿Qué opinas sobre la idea de “perseguir la zanahoria”, esa meta constante que nos ponemos, sirve como motivación? ¿Crees que se puede reemplazar esa búsqueda con algo más?

— Yo creo que sí, porque esa zanahoria lo que hace es que tú sigas corriendo; pero ese correr no nos lleva a ningún sitio porque nos cansamos. La gente se agota, está exhausta y no de lo que hace, sino del cansancio emocional, psicológico, que te lleva el intentar siempre tener expectativas y deseos, que son insaciables. Es como beber agua salada, te va a dar más sed. No se trata de perseguir la zanahoria, se trata de que tu vida tenga sentido, un propósito. Cuando esto ocurre, ya no tienes que correr. El correr significa que tú piensas que en otro sitio, en otro momento vas a estar mejor que ahora y por eso sigues corriendo. Pero si no estás en el presente, no valoras, no aprecias, no estás agradecido, y no disfrutas de lo que tienes. No te engañes, en el futuro tampoco.

— Hay un cuento indio que plasmas en tu libro sobre un hombre que tiene muchos caballos y se le escapa el mejor. Viene alguien y le dice: “¡Qué mal!”, pero él le responde: “Bueno, malo, ¿quién sabe?”. Al día siguiente el caballo vuelve con más caballos y le dice: “¡Qué bueno”. Él vuelve a responder: “Bueno, malo, ¿quién sabe?”. Al día siguiente su hijo se monta en uno de los caballos y se rompe la pierna, viene la misma persona y le repite: “¡Qué mal!”; mientras que el propietario sigue en la misma postura. Al poco tiempo inicia una guerra y al hijo se lo vienen a llevar para que sea militar y como estaba fracturado no pudo ir. ¿Cuál es la reflexión para vos?

— Que nuestro ego, nuestra mente cree que sabe cómo y cuándo tiene que ocurrir todo, y de qué manera. Esto es una gran arrogancia de los seres humanos, porque no sabemos nada. Creemos que estamos en control y no controlamos nada, queremos tener seguridades, certeza en la vida, pero no las hay. Queremos que las cosas no cambien y la vida es pura impermanencia. Entones, la no aceptación de las reglas del juego en esta tierra, nos lleva a sufrir muchísimo. Está bien tener metas, pero no apegarnos, no tener expectativas de los resultados, creyendo que sabemos qué es lo mejor para nosotros. Si desarrollamos esa confianza en la vida no damos cuenta de que todo lo que nos llega es para bien, que nos llega lo que necesitamos, quizás no todo lo que deseamos, pero sí lo que necesitamos para crecer como personas. Esta confianza hace que tú puedas alcanzar serenidad, vivir con tranquilidad, con paz, cuando quieres estar al mando es donde viene la ansiedad.

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La globalización ha permitido un valioso intercambio de conocimientos entre culturas, llevando a occidente prácticas ancestrales que ayudan a enfrentar nuevos retos, afirmó Esgueva. (Imagen ilustrativa Infobae)

— ¿Qué cosas no haces en tu vida cotidiana, que para otros son habituales? Por ejemplo, ¿tenés redes sociales? ¿Usas notificaciones en tu celular?

— Yo hace 20 años que no veo la televisión, alguna vez veo alguna película o serie, pero cada vez menos porque en el fondo meten mucha información al inconsciente que es negativa, es perniciosa y hay miedos. ¿Por qué se llaman “programas” de televisión? Porque te programan. Intento poder elegir lo que dejo que se meta en mi mente: no tengo TikTok, nunca lo he tenido; me salí de Facebook, y ni siquiera he creado un Instagram. Las redes sociales son muy engañosas y están diseñadas para que sean adictivas. Cuando uno toma conciencia de todo esto dices: “No, de aquí me salgo”. Yo lo primero que hago a la mañana es meditar. Dedico 45 minutos y durante el día me dedico tiempos, que no siempre es fácil porque todos tenemos la agenda llena. Dedico tiempo simplemente a parar y contemplar, a estar en silencio, sin móviles, sin ordenador, y mirando fuera, las plantitas, estando en silencio, porque eso es lo que nos permite conectarnos con nuestra paz interior.

— ¿Qué aprendiste del ser humano, qué sentís que tenemos en común y que nos une al final a todos?

— Todos queremos aliviar nuestro sufrimiento y queremos ser felices. Esto es lo que nos une, por eso es tan importante el desarrollar el altruismo, porque todos estamos en el mismo barco y no nos podemos construir una isla en medio del infierno donde podamos estar a salvo. Estamos todos en lo mismo, si yo ayudo a otros voy a ser más feliz y el mundo va a estar mejor. Entonces, dediquemos un poquito más de tiempo y de foco a eso y menos a nuestros deseos.

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