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MEDIO AMBIENTE

14 de mayo de 2024

De reciclar en su casa a convertirse en “la chica del plástico”, la influencer que genera conciencia ambiental

Josefina Diez fundó Mar sin Plast en plena pandemia. A los 9 años armaba cartulinas en la escuela para defender la ecología. En 2023, el Creators of Tomorrow le dio un reconocimiento por su tarea

Josefina muestra a qué se dedica 

Con el objetivo de mostrar que la basura no es basura sino recursos y de crear conciencia ambiental, Josefina Diez usa todo su ingenio en las redes y su titulo de licenciada en Gestión Ambiental para mostrar cómo unos simples potes plásticos desechables pueden convertirse en objetos bellos y útiles. En diciembre del año pasado fue elegida como una de las mejores creadoras de la próxima generación en el certamen Creators of Tomorrow 2023, de Instagram, en la categoría “La vara está alta”.

El premio es una iniciativa que celebra el ecosistema creativo que existe en esa red social y en la última edición puso los ojos en la joven que desde su contenido enseña por qué es importante cuidar el medio ambiente, cómo reciclar y desarrollar objetos a partir de plástico 100% reciclado mediante su proyecto Marsinplast.

 

Aún emocionada por ese enorme reconocimiento, la marplatense (que tras la entrevista telefónica esperaba a un grupo de estudiantes en su taller) le confió a Infobae: “No esperaba tanto. Por eso agradezco a las personas que se comprometen con esta causas porque sin la participación ciudadana, Marsinplast no hubiera sido posible”.

 

En diciembre del año pasado, Josefina fue elegida como una de las mejores creadoras de la próxima generación en el certamen Creators of Tomorrow 2023

 

“No quería estar entre formularios”

En diciembre de 2019, Josefina se recibió de gestora ambiental en la UTN de Mar del Plata. Al salir con el diploma debajo del brazo sabía que uno de sus posibles trabajos era evaluar distintas empresas y calificar su impacto ambiental. Sin embargo, aunque aún no tenía determinado cómo lo haría, sabía que lo suyo sería algo completamente distinto. Igual, nunca imaginó ser reconocida como “la chica del plástico” en Mar del Plata, ciudad en la que nació y vive desde hace 29 años.

Su interés por las temas ambientales nacieron cuando era niña. “A los 9 años armaba cartulinas en la escuela y las pegaba mostrando qué se recicla porque ya estaba con esa idea en la cabeza, pero cuando me recibí la verdad no sabía bien qué iba a hacer. Viste que cuando salís con el título abajo del brazo nace otro punto de vista. Sólo sabía que me gustaba la educación y quería tener un proyecto donde pudiera, obviamente, volcar todo lo estudiado y de alguna manera resolver una problemática ambiental como era el tema de los residuos, que siempre me interpeló y que es un problema común en todas las ciudades”, cuenta su inicio.

Así que fue a lo práctico: “Abrí el tacho de basura y comencé mirar qué podía revalorizar y me detuve en el plástico, que es un material que todos usamos. Y empecé a investigar y noté que las formas de reciclarlo incluían tecnologías bastante más complejas, que implicaba pensar en una fábrica... Así, llegué a un grupo de personas, Precious Plastic, que enseña a recuperar los plásticos a baja escala y tener un emprendimiento y poder vender esos productos. Ahí empecé”, detalla.

 

Lo hizo acompañada por su familia. “Compramos una trituradora, armamos un hornito pequeño, como para fundir el material en moldes, que también armamos en acero inoxidable, y lanzamos ‘Mar sin plástico’ con un vídeo en redes sociales, invitando a los vecinos a que nos traigan los materiales. Esto fue creciendo. La gente se fue enterando del proyecto y comenzamos a tener muchos kilos para reciclar. Fue tanta la cantidad que tuvimos que agrandar el horno porque ya nos quedaba un chico”, dice.

Actualmente, elaboran objetos para el hogar y sumó lo que para ella es lo más importante: “Comencé a dar charlas educativas para escuelas. Vienen los niños y niñas con sus maestras, les muestro el taller, se sientan en ronda y hablamos del ambiente, hacemos juegos y les muestro también cómo es el proceso. ¡Y ahí está la diferencia! Porque una cosa es que se escuche hablar de reciclar, pero cuando se ve el plástico triturado y que eso se convierte en algo como un comedero genera otra emoción”, asegura sobre las reacciones que percibe.

Desde su emprendimiento, genera un impacto positivo en el medio ambiente porque “saca de circulación plásticos que terminan en disposición final o en un relleno sanitario”, así logra darles un nuevo cauce y, al ver el resultado final, los vecinos se emocionan y participan aún más de las acciones ambientales que propone.

 

Reducir el impacto ambiental desde la educación y reutilizando

Josefina da números: “En el mundo hay ocho millones de toneladas de plástico que tiene como destino fatal alojarse en el mar. Esto es como si un camión de basura volcara toda su carga completa una vez por minuto en el mar”, revela.

Toda esa basura afecta a la fauna marina: según los datos de Greenpeace, el 15 % de esos residuos es la que flota en la superficie; otro 15 %, está en la columna de agua y el 70 % restante queda en el fondo del mar.

A medida que Josefina crecía en seguidores, su contenido se volvió más educativo y no tardaron en llegar las preguntas: ¿das charlas en escuelas? ¿Se puede visitar el taller?

“Así fue surgiendo, a partir de las demandas de la gente porque yo no pensé este proyecto para dar charlas a escuelas sino que me lo fueron pidiendo, y me pareció que podía ser muy interesante. Me di cuenta de que el tema, evidentemente, gustaba y lo vi como la oportunidad de tener este espacio también para educar desde la concientización, sobre la importancia del reciclado... Así que bueno, empezamos. Y es algo que me pone muy contenta porque todo esto fue un poco más allá del reciclaje, que era la idea original”, admite.

 

Explicando cuáles son los plásticos que sí se recuperan y cuáles no, detalla los que usa: “Todos los potes de quesos, de yogures, de dulces, esos que en el circuito formal de reciclados no tienen valor comercial; las tapitas de gaseosa (excepto el Hospital Garrahan, pocos las juntas), pero las tapitas en general no se recuperan y los envases de champú como también los productos de limpieza tampoco, por eso son los que a mí me interesan. Yo recupero el poliestireno, que es el número 6 de plásticos”.

Más que feliz por los resultados que tienen sus propuestas, cuenta que entre los productos los que más piden son los comederos, de manera minorista, y a nivel empresarial llaveros y medallas “para cuando hacen regalos o premios y le quieren dar una impronta sustentable”.

Como mensaje final, pide: “Que las personas conozcan más las problemáticas ambientales que existen. Es importante que nuestro paso por éste mundo deje un impacto lo menos perjudicial posible. Creo que si todos fuéramos más responsables a la hora de gestionar nuestros residuos las huellas que dejamos en el mundo serían menores”.

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